
En el libro “The Bright Side of Billy Wilder” (“¿Quién diantres eres, Billy Wilder?”) de Tom Wood, conocemos de cerca al director de cine. Quedan reflejadas innumerables anécdotas de los rodajes, reflexiones de B.W. sobre su profesión y opiniones vertidas por todo aquel que entraba en contacto con él. No dejaba a nadie indiferente.
El actor Willian Holden lo describió como un hombre con “una mente llena de hojas de afeitar”. Debía ser un espectáculo. Cada frase pronunciada por B.W. parecía estar repensada por cientos de guionistas. En una ocasión, San Goldwyn preguntó a B.W. qué haría después de cierto proyecto. “Desde luego”, contestó Billy, “rodaré la vida de Nijinsky”. Durante unos minutos, B.W. le esbozó los avatares de esa estrella del ballet para finalizar haciéndole ingresar en un manicomio ya que Nijinsky creía ser un caballo (¡versión de B.W.!). Goldwyn quedó sorprendido y preguntó: “¿Cómo puede ocurrírsele hacer una película sobre un hombre que piensa ser un caballo?”. Billy contestó: “Es que tendrá un final muy feliz. Al final haremos que gane el derby de Kentucky”.
Una noche de primavera sin sueño puede ser perfecta para ver “Avanti!”. Encontrarte con ella por casualidad. Zambullirte en el mar de Ischia mientras te dejas llevar por la música de Carlo Rustichelli y Gino Paoli. La trepidante historia veraniega que nos cuenta B.W. es “senza fine”. Seguirá siendo un tesoro que sólo unos pocos sabremos apreciar y disfrutar. Garci dice que el cine es una vida de repuesto. Pues “Avanti!” encaja a la perfección en esa definición. Será una vida de repuesto durante una noche de primavera alta, en una de esas que ya puedes dejar la ventana entreabierta. Será una vida de repuesto durante una noche de verano, una de esas noches perezosas de agosto.

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