sábado, 9 de abril de 2011

Había una vez un maletín a cuadros...


Había una vez un maletín a cuadros... A los cinéfilos nos encantan las películas realizadas por cinéfilos. Son películas que nos hubiera gustado hacer a nosotros. No cabe duda que P. Bogdanovich es el rey de los cinéfilos (con permiso de Truffaut). Ha llegado más lejos que ninguno. Ha conocido a los grandes directores, ha escrito varios libros muy interesantes surgidos a partir de sus conversaciones con ellos. Si digo que esta película es un homenaje a las comedias alocadas de los años treinta de Hawks, de Lubitsch... alguien me reprochará que cuando se habla de "homenaje", se está hablando de plagio. Ante esto sólo puedo decir: ¡ojalá hubiese muchos "plagiadores"!. Y claro, puestos a plagiar, es imposible imitar el estilo de Hawks.
La historia de "¿Qué me pasa doctor?" es la de una mujer alocada que hace caer en el abismo a un eminente musicólogo a punto de recibir un importante premio por su trabajo con unas rocas prehistóricas. Pues sí. Es "La fiera de mi niña". Ahora no hay un perro que entierre un hueso. Tampoco hay hueso. Hay piedras ígneas. Y hay maletines a cuadros. Muchos maletines a cuadros. Persecuciones por las calles empinadas (depende de si vas o vienes) de San Francisco. Puertas que se abren y se cierran sin parar. La primera vez que vi esta película tendría 16 ó 17 años. Y me reí. Y me gustó. Yo no sabía que era cinéfilo. Al oir "As time goes by" cantada a dúo por Ryan O'Neal y Barbra Streisand, desde lo más alto del hotel, y contemplar unas pequeñas lanchas que navegaban junto al puente de San Francisco, en la lejanía, una quemazón en mi pecho adolescente demostraba que había descubierto una de esas películas que forman parte de nuestra vida. Y en efecto, así fue.

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